Artículo #175
El origen del vino espumante en Chile
El siglo XIX, es sin duda, un siglo marcado por las tendencias originadas en Francia, que, además de influir en los ideales políticos de las nuevas repúblicas latinoamericanas, lo hacía en todo ámbito de cosas, donde estas incipientes naciones aspiraban, conscientes de que no sería en un futuro cercano, a llevar el estilo de vida europeo y específicamente el francés, con todo el refinamiento que allá se encontraba. Tanto así, que las nacientes oligarquías residían largos periodos en ese país, tratando de empaparse, lo más posible, de esa admirable cultura y, al regreso, acopiar muchos objetos que les dieran a sus casas americanas ese toque de lujo francés.
Texto destacado
Siendo el champagne el producto estrella de los vinos de Francia, desde sus orígenes fue asociado al lujo y a la exclusividad por antonomasia.
Los gobiernos de la época, por su parte, enviaban diversas comisiones a Europa para aprender cómo se debían hacer las cosas. Estas volvían con ideas, libros, planos y especialistas europeos, que venían a hacer carrera y ayudar en la construcción de estas nuevas naciones. También traían científicos que definían lo que había en estos territorios recientemente conformados. La idea no era importar todos los productos desde allá, menos economías carentes como la nuestra, sino que crear industrias nacionales que, con el tiempo y mucho trabajo, no sólo abastecieran el mercado local, sino que también compitieran con los productos europeos en el mercado internacional.
En este sentido, uno de los productos que se replicaron con mayor éxito, fueron los vinos de cepaje francés, que en el siglo XVIII no existían en el país, y que, gracias a las ansias de poder beberlos en Chile, algunos agricultores comenzaron a traer diversos cepajes provenientes de ese país. El éxito fue tal, que para la segunda mitad del siglo XIX encontramos la fundación de las primeras viñas con estos cepajes, ubicadas en la zona central, principalmente Valle del Maipo, seguido por Aconcagua, Cachapoal, Curicó y Colchagua. Algunas de las que se iniciaron en ese periodo, las podemos encontrar aún en la actualidad, siendo conocidas por la mayoría de los paladares nacionales.
Champagne, el producto estrella.
Como las condiciones edafoclimáticas eran favorables, teniendo un clima mediterráneo en parte importante del territorio central, al igual que los mayores productores de vinos de Europa, fue el primer aliento para estos productores. El segundo, algunas buenas críticas sobre el mosto final (también hubo malas críticas), lo que motivo a muchos a pensar que podríamos igualar o incluso superar, con el tiempo, la calidad de los vinos franceses.
Con esta mentalidad y siendo el champagne el producto estrella de Francia para muchos, asociado a lo más exquisito y delicado que se pueda beber, reservado, por su particularidad, a ocasiones especiales, coronándolas con este burbujeante brebaje. Es que muchos se preguntan, tomando en consideración los buenos resultados obtenidos con los vinos, la gran estima que se le tiene al champagne y altos volúmenes de importación, llegando a ser los mayores consumidores en Sudamérica a principios del siglo XX, ¿Por qué no se produce en nuestro país si están todas las condiciones, y recién encontramos un primer exponente avanzado la primera mitad del siglo XX? A continuación trataremos de responder esa interrogante y también visibilizar todos los primeros esfuerzos de diversos productores que los registros actuales de nuestra historia vitivinícola ha olvidado destacar, siendo muy importante conocer como fue este proceso en la historia de uno de los productos que más enorgullece a nuestro país.
El primer hallazgo de champaña es en el diario El Mercurio de Valparaíso, en el año 1836, y es un anuncio donde se rematan diversas variedades de vinos típicos europeos, todos de gran estima, “Burdeos, Xerez, Oporto, Madera, Champaña, etc. en pipas y en botellas ”. Acá claramente no podemos hablar de elaboración nacional, menos tratándose de un puerto altamente visitado por embarcaciones de todo el mundo, como el de Valparaíso, ya que en esa época no existía aún el Canal de Panamá (15 de agosto de 1914), y el transporte marítimo estaba obligado a pasar por estas costas si quería acceder a algún país del Pacífico o alguno del Pacífico al Atlántico, Europa o África. Por este flujo se debe también la presencia de extranjeros en este puerto, que en su mayoría se dedicaban al comercio, en especial los ingleses, posiblemente un factor relevante en la importación de champagne, ya que después de Francia, Gran Bretaña está en el segundo lugar de origen de nuestras importaciones de champagne en los primeros 15 años del siglo XX, estos datos los revisaremos detenidamente más adelante. Por último, mencionar que la riqueza estratégica-comercial del puerto de Valparaíso debe haber propiciado este tipo de “ofertas” de tan exquisita variedad.
En esta exposición no hay otro producto al que se denomine “champaña” o “champagne”, tampoco “espumante”, este es el único, y lo más destacable es que sea “del país”, esto advierte la conciencia y noción de la ausencia de él en nuestro territorio, además no es menor que el productor posea apellido francés, hecho que nos indica que podría haber tenido nociones de cómo se elaboraba el producto. Lamentablemente, no tenemos mayor conocimiento de él, ni del producto, ya que no vuelve a aparecer en ninguna de las siguientes exposiciones, ni tampoco es mencionado por sus contemporáneos, los que siguen asegurando que para la fecha no existe champaña nacional.
Otro factor posible para el desconocimiento sobre “Champaña del País”, aun participando de una exposición tan importante como la Nacional de Agricultura, que es a lo que se dedicaba el país en ese momento, puesto que la Guerra del Pacífico comenzaría 10 años más tarde, anexando territorios que diversificaran el ingreso y producción del país, con la extracción de minerales. Lo que podríamos suponer, sin el conocimiento de los datos precisos, es que el champaña no cumplía con los procedimientos necesarios para denominarse como tal y por lo tanto tampoco debe haber satisfecho el paladar de los participantes como para recordarlo como un intento de producción nacional.
Unos años después, el 20 de mayo de 1873, el Boletín de Agricultura da cuenta de que para la Exposición Universal de Viena, Chile envió la muestra más completa para la sección de vinos, hecho que nunca había sucedido ni siquiera para las muestras nacionales. Para esta fecha, muchas de las viñas que hoy consideramos como “históricas” aún no existían, tampoco la Viña Valdivieso que fue fundada como Viña Santa Elena en 1879, y es a la que se le atribuye el primer champagne nacional.
En esta muestra tan completa, nuevamente encontramos un exponente que emplea la palabra champaña en su título, solo uno, y es “Vino Champaña” de R. G. Bunster, del cual no tenemos mayores antecedentes y tampoco podemos encontrar su nombre fuera de esta participación.
Nos parece extraño que anteponga la palabra “vino”, además de ser redundante, lo baja de “categoría” si se considera al champagne como un producto más exclusivo y caro que el vino, más aún si no se produce en el país, por lo que deducimos es un subterfugio gramatical para denominar algo parecido, pero que no es.
La diferencia entre un vino y un champagne, todo importado en aquella época, es tan alta que en el mismo Boletín de Agricultura, unos meses después de la anterior publicación, en Julio de 1873, se hace referencia a lo injusto de los impuestos que son los mismos para ambos, cuando su precio final es tan dispar “El Champaña que cuesta 24 pesos la docena de botellas para 1 peso 25 centavos de derechos de la misma manera que el vino ordinario de a 4 pesos el cajón”.
En 1880, comienza a comentarse públicamente la falta de champagne nacional, y el desinterés y ausencia de visión de los inversionistas. También se plantea la auguriosa hipotética problemática que esto resulta para las celebraciones futuras de las batallas que se ganaran, ya que un año antes, en 1879, ha comenzado la Guerra del Pacífico. Esta preocupación se basa en una celebración anterior que acabo con los ejemplares del producto en el país.
Boletín de Agricultura
Es don Julio Menadier quien en su columna del Boletín de Agricultura, bajo el título “Porvenir de la vinicultura nacional” replica, comenta y analiza para un contexto nacional, las propuestas del señor M. Bordy de elaborar un champagne nacional.
Es en este mismo año, en marzo de 1880, donde podemos hablar de la primera iniciativa seria y real en producir champagne nacional, porque a pesar de tener indicios anteriores ya mencionados, dos productos, es muy poco o nada lo que se sabe de ellos, salvo su mención, lo que no asegura una fidedigna producción.
Mientras los especialistas siguen lamentando la ausencia de producción nacional cuando las condiciones están, no encontramos ningún comentario o análisis del fracaso en el intento que hubo por parte de un hombre tan destacado como Macario Ossa, ni siquiera sabemos si este producto llego al mercado nacional o solo alcanzo a participar en una o dos exposiciones. En 1895 seguimos constatando que la situación continua igual, al mismo tiempo que nuestros vecinos Argentinos, al parecer ya han comenzado con su producción nacional.
Pronto se hace un esfuerzo en común para acabar con esta situación y poder contar con un champagne propio, es así como en 1896 la Sociedad Nacional de Viticultores habiendo sido informado el Directorio, en sesión del 12 de Mayo de 1896 , de que el jefe de la bodega de la Quinta Normal don Alfonso Prémis, iría en poco tiempo más a Europa, acordó comisionarlo para que estudiara la fabricación de los vinos espumoso y del vino de Oporto y que informara, en vista de sus estudios, sobre la posibilidad de la fabricación de dichos vinos en nuestro país.
El trabajo de investigación por parte de don Alfonso Prémis se realizó, e investigo para este caso en particular, analizando los vinos espumosos de Saumur, en Francia, pero no se tomaron las medidas para su ejecución, pues para el Boletín de Agricultura de 1901, se vuelve a recalcar la falta de ese producto nacional, y no es por desconocimiento ya que la Sociedad Nacional de Agricultura (quienes son los responsable del Boletín de Agricultura), comparten miembros con la Sociedad Nacional de Viticultores. Hecho lamentable ya que en “La sección de agricultura en la Exposición de Paris (1900)” del Boletín, se menciona la ausencia de producción de champaña en el país.
Es extraño constatar que un año después, en la Exposición Panamericana de Buffalo de 1901, Chile aparece con dos exponentes de champagne, el primero Pérez y Ca. de Los Andes, con una muestra de champagne. Y la “Comisión de Chile” de Santiago, se presenta con 6 muestras de champagne, de don Francisco Rembadi
No tan solo es curioso que de un año para otro aparezcan, dos exponentes, y uno de ellos con 6 muestras, y utilizando el sistema francés en su elaboración, sino que este último incluso exporta el producto a Argentina, Ecuador y Guatemala, es increíble el desconocimiento que en este sentido tienen dos de las instituciones más importantes en la materia, con integrantes en sus directorios de mucha influencia no solo agrícola, también política, con diversas producciones agrarias en campos a lo largo del país, no solo en Santiago, resultando muy difícil entender el desconocimiento de una producción así en Valparaíso, que es el puerto de las producciones capitalinas.
Chile era un gran consumidor de champagne dentro del territorio, otro factor que es relevante si pensamos en la Vinería de la Merced de don Francisco Rembadi que con una demanda tal quizás no habría tenido excedentes para exportar a no ser que su precio fuera más alto en los países a quienes les vendía, pero aquí al igual que en los países del territorio llegaban en su mayoría desde Europa las importaciones de champagne, con precios elevados.
Este aparente descenso por restricciones económicas al parecer tiene una esperanza, ya que en 1908 establece el Boletín de Agricultura, que hay producción nacional de champagne, al igual que otras variedades antes más escasas, pero no se mencionan el o los productores ni tampoco su ubicación.
Ya produciendo champagne nacional, aunque sin saber con claridad quienes lo hacen, además del señor Rembadi en Valparaíso, nos adentraremos en otro problema que enfrentara está muy incipiente industria, y había iniciado al comienzo del nuevo siglo, la Denominación de Origen , que en ese caso se discutía en las diversas ferias y exposiciones que servía de plataforma para unificar los criterios, asunto que por mucho tiempo aquí no surgió efecto ya que se seguía denominando a los productos como siempre lo habían nombrado.
Hasta el momento todas las iniciativas que hemos conocido han sido desde el sector privado, aunque algunos les hayan otorgado un matiz patriótico y heroico. Es en 1910 cuando tenemos la primera iniciativa educativa, comercial también pero esto es solo una consecuencia del fin inicial que es la educación.
Es en la Exposición Internacional de Agricultura, de Buenos Aires del año 1910, donde encontramos a la Escuela de Agricultura de Chillán, quien participa de este evento con su “Champaña”, no sabemos si fue del gusto de los asistentes, pero si tenemos conocimiento por una monografía realizada 5 años después, de porque esta iniciativa tampoco tuvo éxito, explicándonos las carencias de materiales adecuados y falta de preocupación en general, a pesar de que las condiciones para producir un buen espumante están.
Este tipo de ejemplos debe haber desalentado a más de un interesado, pues no solo fue la Escuela Agrícola de Chillán, también Macario Ossa y algunos más. Aun así hay otro viñatero interesado, conocido ya en el rubro por la Viña Santa Elena que fundo su padre, Nicolás Valdivieso en el año 1879, este hombre, don Alberto Valdivieso es a quien la mayoría identifica como el primero en hacer champagne, en nuestro país. Él ya contaba con un prestigio a cuestas debido al éxito de la Viña, su estrecha relación con la política, y las buenas condiciones en que mantenía sus subordinados, siendo la Viña Santa Elena un ejemplo en la arquitectura para sus inquilinos. Fue larga la espera para que este brebaje saliera a la venta, y por sobre todo muy cuidado, tanto así que este proceso duro varios años.
Es en medio de todas estas dificultades, que champagne Valdivieso aparece como una alternativa nacional seria, que desea cubrir un mercado más amplio, que al cubierto hasta ese momento, que está restringido solo a ocasiones especiales por su elevado precio. Buscando ser un producto más frecuente y habitual en las costumbres de los chilenos.
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Natalia Espina G.
Historiadora y Licenciada en Cine Documental de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y la Escuela de Cine de Chile. Productora Ejecutiva en Agencia Vinífera e Investigadora en Vinífera Editorial.